sábado, 17 de diciembre de 2011

El asfalto: ¿convivencia o batalla?

  Me he preguntado esto en infinidad de ocasiones. En concreto, cada vez que voy en coche, o a pie, o en bicicleta, o en moto, o en tranvía, o en autobús, o en taxi, o en metro... es decir, todos los días.

  En ocasiones escucho a la gente quejarse, de lo que otros hacen mal al volante, por ejemplo. Otras veces lo publican en páginas de internet esperando que alguien las lea. Y en casos graves, se difunden grabaciones, que demostrarían que ninguno de nosotros está realmente preparado para conducir ningún tipo de vehículo. ¿Asesinos? Por supuesto que no. ¿Inconscientes? Quizás, más de lo que nos creemos...

  Las personas nos quejamos mucho de las cosas que hacen mal otros, al volante. Pero lo que yo me planteo es: Está bien quejarse de los demás al volante. Pero ¿y nosotros? ¿conducimos igual de mal que el resto de mortales?... Y si es así, ¿qué derecho tenemos entonces a quejarnos de los demás? ¿Estamos realmente preparados para convivir en el asfalto?

  He dedicado largas jornadas de reflexión, a analizar mi comportamiento al volante. Por desgracia no puedo decir, que sea mejor que el del resto de conductores. Aunque claro, echar las culpas a los demás de nuestros males, es más fácil que preguntarnos "qué hemos hecho mal". Lo normal es escuchar conversaciones del tipo: ... "me he cruzado con un loco que ha hecho... (tal o cual cosa)". Pero pocas veces paramos a pensar, en cuantas conversaciones de esas, seremos nosotros los señalados. Ese loco que se ha cruzado con usted en la carretera, a lo mejor soy yo...

  Aquí, algunas preguntas sencillas que yo me hago. Y al lado, la respuesta más cuerda que se me ocurre:
  
  ¿Qué he hecho mal hoy? No he cumplido tal o cual norma. En ese cruce tendría que haber ido más despacio para no asustar al peatón. En la autovía tendría que haber dejado más distancia y me habría evitado el frenazo (o lo que sea).
  ¿Se podía evitar? Si.
  ¿Cómo? Cumpliendo las normas y siendo consciente de que la carretera es un lugar público, y no mío.
  ¿Y si los demás no las cumplen y me mato por su culpa? Por desgracia, se habrá cruzado con gente más que indeseable. ¿Pondría usted eso como excusa para ser como ellos? ¿Puede usted modificar la forma de conducir de otros? Sinceramente, yo creo que no. Solo podemos modificar nuestra conducta... que ya es mucho.

  Mi instinto de supervivencia me dice que lo importante es llegar con vida. ¿Entonces? ¿Por qué quiere todo el mundo llegar antes? ¿Antes que quién? ¿No vamos cada uno a un lugar distinto? ¿Por qué competimos?
  Y creo que las respuestas son obvias, como obvio es, que competir y desplazarse de un lugar a otro son cosas bien distintas... Sabemos que el trayecto tiene un tiempo determinado, en función de las limitaciones de velocidad en cada tramo. Luego, hay que sumar el tiempo de paradas en semáforos, cruces, etc. Si a eso añadimos los imprevistos y las limitaciones menores debidas al tráfico, obras, etc. siempre nos podemos hacer una idea aproximada de cuanto durará nuestro viaje (como mínimo).
  ¿Y hay posibilidad de llegar antes? Si, saliendo antes.
  ¿Y hay posibilidad de tardar menos? NO, NUNCA. 20 Km. en autovía, en el mejor de los casos, son 10 minutos. ¿Hace falta comprobarlo?

  Resumiendo: Pienso que nuestra forma de conducir, es un reflejo de nuestra forma de pensar, y por lo tanto, de actuar. Cambiar nuestra actitud al volante, cambiará también nuestra forma de relacionarnos con el mundo. ¿O será al revés?...

  

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